miércoles, 26 de diciembre de 2012

EL MEJOR MOMENTO DEL DIA PEOR CAPTADO

Mi coche asistido por mis brazos turgentes daba bandazos de aqui para allá de un lado a otro del terroso camino anaranjado-febril de Can Galí. Al fondo de un salto de vista un par de "prendas" de Decathlon corrían en fila india dejando pasar mi peugeot 106 orillados a unos cardos borriqueros. Detras en el maletero saltaba espontáneo un armatoste que parecía haber salido de un sueño alucinante de Lewis Carrol. Era la mañana del Día 26 de Diciembre día de San Esteban e ibámos a hacerle unas fotos a un prado y a un taburete. Pronto Irene y yo vislumbramos un lugar para dejar el coche, al borde mismo del camino, pero allí solo había un contenedor óxidado y unas parras secas por lo que continuamos allende al sendero para llegar a un pinar que se veía en lontananza... trescientos metros mas adelante Irene vislumbró un coqueto pradillo donde las florecillas silvestres adornaban los tobillos y corría la brisa que nos susurraba al los ojos la instantanea idónea para la alta silla plegable... Después de unos tejemanejes con la silla dorada y rosa, la silla quedó queda, formando parte del paisaje, como si nunca hubiera dejado de estar allí, como si no la hubieramos traido nosotros y la hubiera parido la madre naturaleza junto con las margaritas, los cardos, el romero y todo el sotobosque circundante con cazador incluido. Irene daba vueltas al mueble como si de un satélite planetario se tratara con el objetivo de que el objetivo tomara buena cuenta de las bondades y florituras de aquel esqueleto acolchado. Mientras tanto, yo al borde del camino, decidí darme el placer de observar la cotidianeidad con la que mi novia paseaba entre las flores, cámara en ristre, flexionando las rodillas y girando ahora aquí, allá y acullá, mientras me imaginaba para pasar el tiempo, el momento exacto en que su índice pulsaría el botón "eternidad" de la cámara de fotos. Exasperado por la tardanza mi mente bulló el deseo de asirse al capó y encarmarse al techo del coche para verla mejor, y allí, mi cuerpo, siguiendo las instrucciones del cerebelo, se encaramó, no sin cautela, para posarse por primera vez en el techo de un utilitario. De repente,Irene me miró con su gran ojo derecho, sonrió, y quedé inmortalizado, como se puede ver en la imagen.
Yo pensé en aquel momento que tanto la silla como yo, como Irene y la Cámara habíamos echo algo realmente nuevo y lo mostraré con el siguiente silogismo premisa 1) Subirme encima de un coche en medio de un campo: veces realizado en vida = 0 premisa 2) poner un taburete en mitad de un campo florido: veces realizado en vida = 0 Premisa 3) Hacerle fotos a un taburete en mitad de un campo florido: veces realizado en vida = 0 premisa 4) hacerle fotos a un calvo (en este caso yo) en mitad de un campo florido subido a un coche: veces realizado en vida = 0 Tras aquella foto Irene me pidió que le hiciera una foto, pero era condición "sine qua non" que saliera ella, el taburete y el campo florido enfocado a la perfección. Me concentré en cuadrar la foto y dejé que la cámara hiciera el resto y la fotografía salió como la vida misma... desenfocada, aunque, al verla decidí llamarla "el mejor momento del día peor captado" y me sentí dichoso de haberle echó una foto a un taburete, con chica sentada, en mitad de un campo florido sin tener ni puñetera idea de fotografia: Veces realizado en vida = 0.

1 comentario:

  1. Me encanta!!Eres el mejor escribiendo, haciendo fotos y sobretodo la mejor compañia. No crei que un momento tan aparentemente cotidiano y espontaneo te diera para una creación tan genial!!

    ResponderEliminar